Hace tres años, la empresa decidió empezar a obtener una serie de certificaciones de sostenibilidad medioambiental. Fue un camino no trivial, ya que se inició cuando pocas empresas estaban interesadas en este tipo de procesos. Esta elección, explica Fausto, surgió de la necesidad de cumplir los nuevos requisitos del mercado para que los principales socios de la empresa (que operan como subcontratistas) pudieran trabajar de acuerdo con las normas de certificación exigidas hoy en día en el sector textil. Sabrina también explicó que ambos siempre han sido personas concienciadas con el medio ambiente y que la posibilidad de conciliar las preocupaciones medioambientales con las exigencias de los proveedores de adquirir certificaciones de sostenibilidad les empujó en esta dirección.
La empresa ha obtenido el Global Recycle Standard (GRS); el estándar de esta certificación reconoce la importancia del reciclaje para el crecimiento de un modelo de producción y consumo sostenible, para fomentar la reducción del consumo de recursos (materias primas vírgenes, agua y energía) y aumentar la calidad de los productos reciclados. GRS prevé la emisión de una declaración medioambiental verificada por terceros que garantice el contenido de material reciclado de sus productos, tanto intermedios como acabados, el mantenimiento de la trazabilidad a lo largo de todo el proceso de producción, restricciones en el uso de productos químicos y el cumplimiento de criterios medioambientales y sociales en todas las fases de la cadena de producción, desde el reciclado de materiales hasta las fases posteriores de fabricación y etiquetado del producto acabado.
La empresa también obtuvo otras dos certificaciones importantes. La primera es la Global Organic Textile Standard, que prevé la emisión de una declaración medioambiental verificada por terceros que certifica el contenido de fibras naturales procedentes de la agricultura ecológica tanto en los productos intermedios como en los acabados, el mantenimiento de la trazabilidad a lo largo de todo el proceso de producción, la restricción del uso de productos químicos y el cumplimiento de criterios medioambientales y sociales en todas las fases de la cadena de producción, desde la recolección de las fibras naturales en el campo hasta las fases posteriores de fabricación y el etiquetado del producto acabado.
La segunda es la Responsible Wool Standard (RWS),una norma mundial voluntaria que vela por el bienestar de los animales y la tierra en la que pastan. Se trata de una certificacion de no mulesing y, para que un producto pueda llevar la etiqueta RWS, debe contener un 100% de lana certificada RWS.La certificación RWS garantiza que la lana procede de explotaciones ovinas gestionadas de forma responsable, lo que demuestra el cumplimiento de las Cinco Libertades para la Protección del bienestar animal . La norma RWS garantiza la trazabilidad de todo el proceso de producción, desde la explotación ganadera hasta el vendedor de la transacción comercial final, ya que todos los centros deben estar certificados.
Los costes de obtener la certificación no eran triviales e implicaban gastos continuos, ya que hay que renovarlos anualmente. Antes de iniciar este proceso, Fausto trataba con otros contratistas y ahora cuenta con un intermediario que le apoya y le ayuda con los organismos de certificación. Los efectos positivos de este proceso se notan más a largo plazo, explica Fausto, y hoy en día han aumentado las peticiones de los clientes precisamente porque la empresa es una de las pocas de la zona con estas certificaciones.
Debido al tipo de maquinaria que utiliza, la empresa sólo utiliza energía hidroeléctrica 100% verde, lo que le ha permitido obtener la certificación S4. La empresa también está instalando un sistema fotovoltaico que le permitirá generar su electricidad.